Relato: El día que Ana no llegó a Pilates

EL DÍA QUE ANA NO LLEGÓ A PILATES 

Ana estaba tumbada en medio de la carretera. Le dolía la cabeza y se tocó la frente. Cuando vio sus manos estaban empapadas de rojo. Estaba llena de heridas y la sangre corría por todo su cuerpo.

“ Buenos días. Son las seis de la mañana. Las cinco en Canarias.¡Esto es Anda Ya! con Dani Moreno el Gallo. Ánimo a todos, que hoy es viernes y tenemos un invitado muy especial…”

Su radio-despertador le pedía que se levantase, por lo que se levantó y se dirigió rápidamente hacia el aseo. Había tenido una pesadilla y estaba sudando, no soportaba ni un minuto más en la cama. Después de una buena ducha fría, desayunó y salió de casa para ir al trabajo.

Ana vivía en la capital, pero ella trabajaba de profesora en un instituto bastante lejos, situado en pueblo pequeño. Rebeca que también vivía en la capital, compartía coche con ella, aunque ese día le tocaba a Ana llevarlo. Acabaron tarde de las evaluaciones, eran pasadas las 7 de la tarde en pleno invierno y la oscuridad de la noche lo inundaba todo.

- Vamos, que quiero ver a mis hijos

- Yo quiero llegar a la clase de Pilates- dijo Ana

- Te has apuntado a Pilates?

- Sí, voy desde hace dos meses, está muy bien, relaja y me gusta. Deberías probarlo.

Ana piso más fuerte el acelerador. Rebeca encendió la radio y comenzó a cantar. Ana se unió. Reían juntas mientras cantaban de la peor forma posible “Chandelier” de Sia.

- ¡Buff!. Estoy cansadísima Hoy dormiré pronto.- dijo Rebeca parando de cantar.

- Yo también, esta noche he dormido fatal, he tenido pesadillas. He soñado que un león me atacaba. Era una pesadilla muy surrealista, pero me he despertado sudando. En serio, no te rías.

Y entre palabras y risas, Ana no vio al camión. No se dio cuenta hasta que ya era demasiado tarde.

Ana miró a su alrededor. Rebeca lloraba tumbada en una camilla. Ambas estaban llenas de heridas y la sangre corría por todo su cuerpo.